El penúltimo Edén - El Coleccionista de Desiertos
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El penúltimo Edén

Leí que el gran explorador Richard Burton comentó al marchar en busca de las fuentes del Nilo, que entre los momentos más felices de la vida está el de partida a un lugar lejano, a tierras desconocidas. Qué gran razón tenía¡¡. Hace tiempo conté que a mí, ese estado de excitación y felicidad previo a un viaje me suele venir asociado al de un olor, el del keroseno de los aviones, un aroma que tengo grabado en lo más profundo del alma, un olor que siempre acompañaba a la aventura y precedía a lo desconocido…

Botswana - Zimbawe

Es llegarme el olor  y regresar en segundos a aquellos años de paracaidista cuando creíamos que el sexo era seguro y saltar de los aviones peligroso, a aquellos vuelos en un destartalado Mi-8 sobre inmensas manadas de elefantes en el parque chadiano de Zakouma, al vuelo con el pirata Omar sobre las montañas Akakus del desierto Libio…es volver a tantas aventuras…

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Esto viene a cuento porque ayer, en el aeropuerto de St Lucia (dejo una pausa larga para que lo busquéis en el mapa), ese olor, mi cápsula de viaje astral, me volvió a sacudir el corazón llevándome muy lejos, a un sobrevuelo que hice no hace mucho tiempo por el mayor santuario de vida salvaje del mundo. Y entonces recordé que guardaba sin clasificar unas fotos dignas de las alabanzas que mi ego siempre necesita.

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Mi mente regresó al pasado verano, al Old Bridge backpackers de Maun, justo cuando nos acabábamos de quitar el polvo de un largo día de camino atravesando el salar de Makgadikgadi, Aquella noche a orillas del Okavango, trasegando cervezas al amparo de un ventilador agonizante, estábamos cuatro amigos unidos por el mismo deseo, escapar hacia lo desconocido y vivir una buena aventura (liarla, vamos).

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Habíamos acabado en ese remoto lugar siguiendo los pasos de Livingstone ( sin tantas exigencias) por aquella mítica ruta que le llevó hasta las cataratas Victoria. Nos sentíamos atraídos por el misterio de un río que huyendo del mar, se pierde hacia el interior de África, cruzando Angola, Namibia y Botswana para morir en las arenas del Kalahari.

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Aseguraba Proust que no hay más paraísos que los perdidos y nosotros, que más perdidos no podíamos haber estado, nos encontrábamos aquella noche a las mismísimas puertas del Edén,

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Durante los días siguientes buscamos nuestro paraíso soñado. Lo hicimos desde el aire, sobrevolando en avioneta por aquel laberinto de islas, canales, dunas, bosques  y palmerales, despertando la curiosidad de algún grupo de elefantes o ante la indiferencia de enormes manadas de búfalos, todo un espectáculo. Inolvidable.

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También lo buscamos a bordo de un silencioso mokoro, internándonos por el laberinto de canales, entre nenúfares y papiros. Lo buscamos allí donde imponen su ley el cocodrilo y el hipopótamo, donde acuden a beber y refrescarse manadas de elefantes o combaten a muerte el león y los irascibles búfalos, donde sólo rompe el silencio el chapoteo inesperado de temerosos grupos de cebras o tímidos sitatungas.

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Acompañados de un grupo de ba-yeis, los auténticos conocedores del Delta, recorrimos los senderos abiertos por los hipopótamos, atravesamos bosques de mopanes, vimos grupos de elegantes jirafas de andares femeninos, nerviosos impalas, imponentes kudus y desvergonzados babuinos chacma.

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Acampamos en una de aquellas diminutas islas, bajo un cielo estrellado, reímos junto al fuego, sellamos la amistad con vino de Namaqua, y nos dormimos al arrullo del ronquido de los hipos, el cantar de las ranas y el lejano ladrido de algún solitario chacal.

Y allí, en aquella isla sin nombre, encontramos el paraíso. Y fuimos felices. ( hasta que se acabó el fuet)

Ademas, como tanto los antros infernales como los paraísos terrenales hay que administrarlos en pequeñas dosis y a partes iguales, enseguida sentimos la necesidad de partir en busca de algún garito que nos acogiera. E hicimos como el mismísimo Okavango, nos fuimos perdiendo entre las arenas del Kalahari, camino del Nxai Pans, un sitio duro, otro lugar para que os lo apuntéis…

10 Comments
  • Pedro
    Publicado a las 12:59h, 28 marzo Responder

    Cabronazo, a ver si vamos cuando Carrapucheira junte pasta.
    Un abrazo.

    • undiaenlavidadecuchara
      Publicado a las 18:32h, 31 marzo Responder

      Pues ya os he pasado el del Tassili, hacedme caso, esa es una escapada increible. Un abrazo

  • Josep Maria COSTA COLLELL
    Publicado a las 13:24h, 28 marzo Responder

    Buffff…el Okavango, mi primer viaje con Kananga( se puede hacer publicidad?). Al final no pudo ser lo de Benin, pero sigue pendiente un viaje contigo

    • undiaenlavidadecuchara
      Publicado a las 18:30h, 31 marzo Responder

      Seguro que al final lo conseguimos, porque no te animas a hacer un Tassili, que es algo rápido y muy chulo. Un fuerte abrazo

  • Tanya
    Publicado a las 13:28h, 28 marzo Responder

    Que envidia cuchara!!!! Tu si que te lo montas!! Estas viajando ahora?

    • undiaenlavidadecuchara
      Publicado a las 18:29h, 31 marzo Responder

      Hola Tanya. pues sí, acabo de llegar de Trinidad y el lunes salgo otra vez de viaje. un sin vivir, vamos 🙂

  • Pedro
    Publicado a las 06:53h, 29 marzo Responder

    Muy bueno triplex! Elaborado, gracioso y embaucador. Me ha gustado señorito.

    • undiaenlavidadecuchara
      Publicado a las 18:34h, 31 marzo Responder

      gracias Pedrito. Un abrazo

  • Tanya
    Publicado a las 22:38h, 31 marzo Responder

    Pero un sinvivir, viviendo, hermoso, que maravilla… Tienes un correo donde escribirte?

  • Alberto Mrteh
    Publicado a las 16:52h, 10 junio Responder

    Es absolutamente delicioso acompañarte en tus viajes.
    Sigue adelante.
    Alberto Mrteh (El zoco del escriba)

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