Los pasos perdidos del Atlas
Hay una puerta de entrada a la aventura africana que yo suelo atravesar con frecuencia. Tras ella, el tiempo no existe, se detuvo hace años y sigue a la espera de la llegada de otra caravana de camellos que vuelva a atravesar el colorido valle del Ounila, trayendo desde las lejanas arenas del Azeffal, oro de Ghana, plumas de avestruz del Sudán, nueces de cola o historias increíbles de remotos reinos. La puerta está medio oculta y sólo se llega a ella zigzagueando por una pista en muy mal...